
Santa Ana Amatlán, Buenavista, 2 de agosto del 2022
A pie de carretera cerca de la comida China "Picasso", se encuentra el vivero Gallegos. El dueño, José Auden Gallegos, sale y pregunta acerca de cuál es la intención de la visita, se le explica para luego dar paso a un recorrido que incluye una explicación de todo lo que hay ahí. Al hacerlo a uno le invade la sensación de estar dentro de una clase de botánica expres.
A lo largo del vivero se pueden encontrar árboles frutales, de sombra, de cítricos; plantas exóticas, para maderas finas, otras medicinales, incluso que curan el cáncer, según afirma José Auden quien, junto con su padre, que lleva el mismo nombre, levantó este negocio.
La familia Gallegos posee 10 tipos de variedades de mango, otras tantas de mamey con injertos y también toronja.
Sin embargo, de lo que siente orgullo es del semillero que tienen, son filas enteras donde el color verde explota, se intensifica y multiplica, un espectáculo a los ojos del quien lo observa.
Y cuando se cree haber visto todo, ¡oh sorpresa! aparece la belleza de un zapote, y a unos pasos puede admirarse un aguacate israelí. Uno intenta encontrar las diferencias con los mexicanos, son suficientes un par de minutos para darse cuenta que uno no sabe del tema. El dueño del vivero muestra otros aguacates y acepta que se dan poco.
Son unos cuantos trabajadores los responsables de que a ningún árbol o planta le falte agua. Mientras una niña pequeña juega con un gato pequeño de color negro.
Al final del camino lucen las palmeras criollas, las enanas verdes de Brasil, las mejoradas, las de la India. Entonces, uno quiere sentarse en el viejo sillón blanco que está abajo de un gran árbol y fundirse con la naturaleza.